Es normal que, con el ritmo de vida desenfrenado, a veces no tengamos tiempo o energía para cocinar y acabemos comiendo opciones no tan saludables pero rápidas.
Cocinar es un placer para unos y un mal de cabezas para otros, y si eres del segundo grupo, la cosa esta a punto de cambiar con estos 4 pasos para ahorrar tiempo en la cocina y seguir teniendo una alimentación saludable y sostenible. ¿Empezamos?
Paso 1. Revisa qué tienes en la nevera/despensa
¿Alguna vez has comprado algo que ya tenías, y en ese momento has pensado, “por qué no me habré fijado antes…”? Pues bien, exactamente este es el primer paso que vamos a dar: revisar qué tenemos en nuestra despensa. Y con ello, me refiero tanto a los alimentos que tenemos en la nevera, como en el congelador y en nuestros armarios.
Muchas veces pensamos en recetas para cocinar sin tener en cuenta los alimentos que ya tenemos en casa. Revisa qué tienes en la nevera, qué está a punto de ponerse malo y piensa en platos donde se incluyan estos alimentos.
La preferencia en el consumo debe de ser: frescos, congelados y conservas. Congelar está muy bien, pero recuerda de ir revisando qué tienes e ir usándolo. ¡El congelador no es un agujero sin fondo!
Paso 2. Planifica un sencillo menú con lo que ya tienes
Ahora que ya has revisado qué tienes en tu despensa, planifica un sencillo menú semanal con estos alimentos. Saber qué vas a comer durante la semana te ayudará a ser previsor y, a su vez, a no tener que pensar en cada momento qué cocinar. Dedícate un rato a planificar y así te ahorrarás ese tiempo en cada momento de la semana. Además, te aseguras que nada de lo que ya tienes se ponga malo y tengas que tirarlo.
En cuanto al menú, puedes coger de referencia los que encontrarás en
Thiocamp.
Tip: ¡Involucra a los más peques en esta planificación! Podéis planificar conjuntamente las comidas de la semana para que así sientan que tienen un papel más activo en la alimentación de casa.
Paso 3. Haz una lista de la compra
Ahora que ya te has planificado el menú de la semana, haz una lista de todo aquello que necesitas y no tienes en casa. Intenta ser firme con tu lista de la compra y comprar la cantidad necesaria (sobre todo en el caso de frescos). No pasa nada si añades alguna cosa fuera de la lista, pero tener esta guía te ayudará a comprar lo necesario y que te sea más fácil mantener una alimentación saludable.
Tip: Cuando estés en el supermercado, acuérdate de revisar las etiquetas de los productos: si tienen más de 5 ingredientes seguramente no sean una buena opción. Y si no tiene etiqueta, ¡mejor! Significa que es comida real.
Paso 4. Sé eficiente a la hora de cocinar
Último paso, pero no menos importante, ser eficiente en la cocina. ¿Cómo? ¡Pues
cocina varios platos o alimentos a la vez, así como más cantidad!
Por ejemplo, si estás cociendo arroz, cuece para otro día más. Así otro día solo tendrás que sacar el tuper de arroz de la nevera y servir con una ensalada o pollo a la plancha. Otro ejemplo con las verduras, cocina más cantidad y déjalas en un tuper. Otro día podrás mezclarla con otros alimentos diferentes sin tener que cortar y cocinar al momento.
Pero recuerda, cantidades que se puedan consumir antes de que el alimento se ponga malo. ¿Mi consejo? Si necesitas cantidad para 2 personas, cocina cantidad para 4 y usa 2 veces a la semana esa preparación.
Ejemplo de planificación de comidas:
- Arroz con verduras y atún
- Ensalada de arroz con huevo duro
- Salmón al vapor con verduras
Por otro lado,
si vas a encender el horno, aprovecha para cocinar otros platos y dejarlos listos en la nevera. Por ejemplo: si vas a hornear una lasaña, aprovecha para añadir boniato, verduras, carne… en otra bandeja para así ya tenerlo horneado. De esta manera, aprovecharás el tiempo que te dedicas a cocinar un plato para ir preparando otros platos de diferentes días.
Puedes también hacer
uso de conservas, lo cual será solamente abrir en el momento o en el caso de las legumbres enjuagarlas. Ejemplos de buenas conservas: garbanzos, lentejas, pimientos del piquillo, atún, caballa…
Por último, acuérdate de conservarlos bien en la nevera y congelar aquello que no vayas a consumir. ¡Así, otra semana solo tendrás que descongelar!