¿Sabías que nuestro organismo es un reloj? Los seres humanos tenemos un sistema de reloj circadiano que establece a lo largo del día los tiempos para diferentes procesos fisiológicos que se dan en nuestro cuerpo, en función de los cambios ambientales diarios. De esta forma, este reloj indica, mediante sus hormonas y metabolismo, cuándo es momento de comer, dormir, etc.
Por supuesto, la ingesta de alimentos también afecta a nuestro reloj interno, ya que éste establece ritmos para las funciones básicas del organismo, tales como la digestión y absorción de nutrientes.
El concepto de crononutrición surge en 1986 de las manos de un doctor llamado Alain Delabos, que propone la filosofía de alimentarse siguiendo nuestro reloj biológico y la idea de que los alimentos no se asimilan de la misma manera según la hora en que los consumimos. Por tanto, una dieta excesiva, desordenada, o períodos de ayuno prolongados, así como comidas nocturnas fuera de horario, pueden alterar los ritmos circadianos y conducir, con el paso del tiempo, a desórdenes metabólicos.
También determinados nutrientes pueden afectar el funcionamiento del reloj biológico, como:
• Una dieta rica en grasa
• Carbohidratos de elevado índice glucémico
• Exceso de sal
• Exceso de cafeína
Sabemos que el ciclo de producción de melatonina está relacionado con el contacto de los rayos ultravioletas que estimulan las células oculares. Cuando empieza a oscurecer, comienza a producirse la melatonina, y tiene su punto más álgido sobre las 3 de la mañana, momento en que empieza a disminuir y cae en picado a partir de las 7 de la mañana.
• Como la melatonina influye en el metabolismo del colesterol (cuyo punto máximo se encuentra dos horas antes de la salida del sol), la crononutrición aconseja que en el desayuno tomemos algo de grasas.
• Al mediodía habría que aportar también bastante energía, sobre todo proteínas (carne) que sacian y facilitan la síntesis de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina, aunque también habría que acompañarlas de verduras y almidones para equilibrar el ácido-base del cuerpo.
• Por la tarde se debería consumir dulce, porque es cuando existe más resistencia relativa a la insulina, y por la noche lo ideal sería una cena ligera.
Eso sí, hay que tener en cuenta que durante el día, el organismo secreta insulina y cortisol aproximadamente cada 4 horas, y que por este motivo deberíamos hacer las comidas cada 4 horas también.
Finalmente, recuerda el dicho: “desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un pobre”. ¡Momento de ponerse en hora!