Estás enfrascado en un proyecto, te has planteado un propósito, una meta a la que llegar y unos objetivos que cumplir, pero llevas un tiempo con la sensación que todo son impedimentos. Solo te viene a la cabeza preguntas del estilo ¿merece la pena? ¿tanto esfuerzo se verá recompensado? ¿y si me rindo? Son preguntas que no llevan a ningún sitio, un callejón sin salida en el que solo puedes ver interrogantes sin respuesta, incógnitas erróneas.
No debes permitir que te paralice el miedo, debes enfrentarte a él de la manera adecuada. Si estás pensando en tirar la toalla responde antes a estas diez preguntas:
- ¿Cómo es de grande tu proyecto? Si tu proyecto te sobrepasa quizá sea demasiado grande. Divídelo en partes más pequeñas que te resulten más accesibles, calendarízate minitareas para que las puedas ir completando poco a poco. De ese modo irás cerrando temas y verás cómo aquello en lo que estás dedicando tanto esfuerzo va creciendo a cada paso.
- ¿Tu objetivo está definido? Si no fijas una meta clara puede que tengas la sensación de que tu proyecto es vago y tus acciones están poco determinadas. Redefine tu meta, solamente de este modo tendrás claros tus objetivos y estos te indicarán cuáles son las tareas concretas y necesarias que debes llevar a cabo para que tus metas se hagan realidad.
- ¿Qué te dices a ti mism@? Estar convencido de que tu objetivo merece la pena, creer firmemente que reúnes todas las aptitudes necesarias para cosneguirlo, es la mejor manera de motivarte y autoconvenmcerte de que puedes hacer lo que te propoingas. En cambio, si los mensajes que te haces llegar son frases del estilo “No puedo”, “No va a salir bien…” es tu propia vocecita interior la que te sabotea. Debes ser consciente de tu lenguaje y de tus creencias.
- ¿Estás pensando demasiado? Igual te estás obsesionando con el tema y eso te bloquea. Procura no pensar más de lo necesario, y enfocarte en una sola tarea cada vez.
- ¿Tu motivo sigue siendo realmente importante para ti? Puede que hayas olvidado el motivo que te empujó a marcarte esta nueva meta, o que por alguna razón este haya sufrido algún cambio. La mejor manera de asumir una transformación es saber adaptarse. ¡Sé flexible y rediseña tu meta!
- ¿Tienes miedo? Miedo al qué dirán, miedo a fracasar, miedo a tener mucho éxito… Tener miedo es normal, solo debes aceptarlo y afróntalo. No puedes permitirte el lujo de que algo tan intangible te paralice y acabe arruinando tu proyecto especial.
- ¿Te has perdido? Si no estás seguro de si estás acercándote a tu meta o te estás alejando de ella, enfoca tus acciones hacia tu objetivo. Lleva un control de las tareas que realices, solo así sabrás si vas por el camino correcto y cuánto te queda hasta llegar a la meta que te has marcado.
- ¿Cómo vas de fuerza de voluntad? La fuerza de voluntad es un superpoder pero si no la ejercitas se debilita. Es algo voluble, volátil y debemos ejercitar nuestra mente para mantenerla firme a nuestro lado. Si te cuesta, puede que sea necesario marcarse como objetivo aumentarla.
- ¿Necesitas ayuda? No te bloquees con las dudas o problemas: busca ayuda, pregunta y comparte tus inquietudes, seguro que a tu alrededor encuentras a personas que tienen los conocimientos necesarios y la voluntad de ayudarte.
- ¿Con quién te rodeas? Hay personas a las que no es necesario explicar tu proyecto ni tus preocupaciones. No te van a aportar nada y solo vas a frustrarte. Mantén la distancia de todas aquellas que van a conducirte por el mal camino. En cambio, si no te quieres dar por vencido, únete a un grupo de personas que atraviesen por una situación similar.
Y si sigues sin convencerte, recuerda este proverbio japonés: “No importa que te caigas siete veces, pero levántate ocho“. ¡Ánimo!
