Las saunas ya eran utilizadas por nuestros más lejanos antepasados: desde los romanos hasta los aztecas, los baños de calor han estado presentes en casi todas las civilizaciones. Los beneficios que la sauna aporta a nuestra salud se han ido traspasando a lo largo de los siglos, pero la manera de utilizarla ha variado a lo largo del tiempo: pasando de ser un encuentro social a convertirse en una terapia de salud y bienestar.
En este post, nos fijaremos en la llamada sauna finlandesa o seca y dejaremos para más adelante los beneficios del baño turco o húmedo. Como su nombre indica, el invento de la sauna, el baño de calor seco, tiene su origen en Finlandia y es típica de los países escandinavos. De hecho, la palabra sauna procede el finés y ellos la han convertido en su estandarte nacional. Se practica en cabinas revestidas de madera donde la temperatura está entre los 70ºC y 100 ºC y la humedad no es superior al 25%. Esta humedad sólo aumentará cuando provoquemos un golpe de vapor al tirar agua sobre las piedras calientes que se encargan de mantener la temperatura en el interior.
Entre los múltiples beneficios de la sauna, sabemos que nos ayuda a eliminar las toxinas que se acumulan en nuestra piel gracias al efecto de apertura de los poros que provocan las altas temperaturas. Así, el calor genera un proceso descontaminante y nos ayuda a renovar la epidermis con lo que conseguimos una piel mucho más suave. Nuestros músculos también notan los beneficios del calor ya que ganan en elasticidad y, además, notamos una agradable sensación de relajación en nuestra mente.
Un buen momento para hacer una sauna es justo después de practicar deporte. Si tenéis la suerte que en vuestro gimnasio, tienen una podéis hacer una sesión de 10-15 minutos para relajaros, conseguir que vuestros músculos descansen después del esfuerzo físico y ayudar a eliminar las toxinas que le sobran a vuestra piel. Justo después, y una vez os hayáis duchado, es el momento ideal para utilizar Thiomucase ya que la piel está mucho más receptiva al producto y, por lo tanto, lo absorberá mejor.
También es importante que penséis que no todo el mundo puede hacer sauna como por ejemplo las personas con la presión baja porque el calor provoca una dilatación de las venas y arterias. Tampoco si estáis embarazadas o tenéis problemas de circulación.
Y, sobre todo, acordaros que existe el falso mito que hacer sauna nos ayuda a adelgazar y no es cierto. Lo que realmente provoca es la pérdida de agua de nuestro cuerpo y, en consecuencia, un falso adelgazamiento momentáneo. La sauna es un complemento muy adecuado cuando el objetivo es recuperar la piel lisa y suave. Si queréis combatir la celulitis de forma integral, mejor apuntaros al programa de 4 semanas de Thiocamp, que saldrá próximamente, para mantener a raya la celulitis mediante dietas de adelgazamiento, ejercicios de entrenamiento eficaces y tratamiento quemagrasas.