Se habla de inteligencia emocional, de conocer y gestionar las emociones como una capacidad imprescindible para tomar decisiones y para resolver conflictos pero, ¿sabes cuáles son tus emociones básicas?

Antes de adentrarnos a identificar esas emociones básicas, es importante romper con la idea de que existen “emociones buenas y malas”, las emociones no son ni “buenas” ni “malas”, simplemente son útiles y cumplen una función. Es preferible, por ejemplo, utilizar el adjetivo agradable o desagradable para definir una emoción.

Las emociones son innatas y universales, forman parte de nuestra personalidad humana. Cada una de estas emociones impacta automáticamente y desencadena una respuesta que clasificamos como una sensación  agradable o desagradable, acompañada de una determinada intensidad; dependiendo del escenario en el que se produzca y con una duración que va de segundos a minutos. Recuerda que cuando una emoción se alarga en el tiempo puede convertirse en un estado de ánimo.

Si hablamos de la cantidad de emociones que experimentamos, existen diferentes opiniones. En este post nos centramos en las emociones básicas que tienen mayor consenso entre los expertos.

1. La emoción del miedo la relacionamos con un peligro, una amenaza, ya sea física, psíquica o social. El miedo avisa de que hay un riesgo vital y tiene como valor la supervivencia. Nos ayuda a dar respuestas adaptativas y a saber detectar un problema y responder ante él.
2. La ira o la rabia, se relacionan con la autoprotección y la defensa. Aparece cuando algo que tenemos (material o no) o una meta se ven amenazados por nuestra propia incapacidad o por algún factor externo.
3. La tristeza que facilita la introspección y además fomenta el altruismo, se refiere a una pérdida, ya sea por una persona, una meta o un objeto o por un fracaso.
4. El asco se produce por una aversión a algo repugnante ya sea una cosa o una impresión desagradable. Nos prepara para rechazar condiciones ambientales dañinas.
5. La emoción más breve es la sorpresa, la reacción ante algo imprevisto, desconocido, ante una situación novedosa, o como una reacción a algo que no se ajuste al plan previsto o a un esquema marcado. Nos prepara para afrontar cambios inesperados y sus consecuencias.
6. Y, por último, la alegría que surge cuando se experimenta una situación de bienestar, como resultado de valorar algo como favorable. Como conseguir una meta u objetivo particular, o mientras se observa o admira una pieza artística. Con la alegría reducimos el estrés y la ansiedad y calmamos la agresividad.

En definitiva, las emociones nos facilitan adaptarnos a cada medio, dirigen y potencian nuestra conducta y nos ofrecen una información propia muy valiosa para nuestro desarrollo personal.