“Hoy tengo que hacer muchas cosas”, “no es necesario hacerlo ahora mismo”, “no estoy pasando por mi mejor momento” ¿Te suena?

Imagina que te proponen escribir un pequeño libro, tu sueño, y necesitas entregarlo a la editorial en una fecha determinada. Sabes que no va a ser fácil pero aceptas. Tienes cuatro meses por delante. Planificas qué tareas debes hacer: el primer mes lo dedicas a recopilar información, seguidamente empezarás a escribir el libro y el último mes lo reservas a las revisiones. Todo perfecto. Pero llega un mes antes de la entrega y resulta que aún te falta recopilar información. Solo vas a tener un mes para escribir el libro. Asoman sentimientos de culpabilidad, nervios, pocas horas de sueño… Lo escribes y lo entregas.

Durante los tres primeros meses estuviste activa, te ocupaste de hacer cosas aunque no enfocadas a tu reto. Tu cerebro se dedicó a ocuparse de lo fácil y divertido, de vivir el presente… Poco le importó el futuro. Un mes antes de la entrega aparecieron los sentimientos de culpa, de temor, hasta que por fin un día apareció el pánico para que empezaras a escribir.

Para Tim Urban, ilustrador y blogger, esa es la cuestión para enfocarnos en las metas a largo plazo: determinar una fecha límite. Sin fechas límite nos perdemos. Evitar, aplazar tareas para el último momento y dedicarse a otras tareas más placenteras y de menor importancia tiene un nombre, procrastinación, y las personas tendemos a ella.

 

¿Cómo evitar dejarlo todo para el último momento?

1. Uno de los factores que nos lleva a aplazar cosas son los proyectos, las metas y objetivos demasiado grandes y enormes. Divídelos en porciones más pequeñas, en tareas definidas que puedan lograrse a diario o semanalmente.
2. Elimina las distracciones —redes sociales, tv, móvil, etc.—. La técnica Pomodoro te puede ayudar a centrarte en cualquier tarea manteniendo la concentración mientras el cerebro está fresco y relajado. Tienes aplicaciones de escritorio y smartphone muy fáciles de usar para bloquear tu acceso a las omnipresentes distracciones.
3. No todo sale a la perfección la primera vez. Deja a un lado el perfeccionismo, más vale corregir las cosas sobre la marcha y no parar.

Y recuerda, como dice Tim Urban, “La frustración no viene de no poder alcanzar tus propios sueños sino del hecho de no poder siquiera empezar a perseguirlos, sencillamente porque no hay fecha de finalización”. ¡No lo dejes para mañana!