Supera la resistencia al cambio y logra objetivos

¿Te ha pasado alguna vez que justo cuando te propones un objetivo aparecen unas vocecitas saboteadoras en tu conciencia que te intentan convencer de que tus razones para hacer lo que te propones no son lo suficientemente grandes?

Estamos casi seguros de que la respuesta es sí, y seguramente más de una vez.

No te preocupes, a todos nos ha pasado en algún u otro momento. Nuestra conciencia, gracias a estas vocecitas, aprovecha para idear las diferentes excusas que nos alejan de nuestros objetivos. Decimos “gracias a” ya que, durante un tiempo, estas excusas actúan como un bálsamo emocional y evitan que nos sintamos mal con nosotros mismos por no hacer lo que sabemos que debemos hacer. Pero, como acabamos de comentar, esto solo tiene este efecto durante un tiempo breve; al final el remordimiento y la culpa siempre acaban apareciendo.

Esto suele suceder cuando intentamos cambiar o mejorar nuestra alimentación, así como cuando intentamos empezar una dieta o una pauta personalizada proporcionada por nuestro nutricionista. Por este motivo, lo que te vamos a contar a continuación te será de gran ayuda.

Para evitar caer en este círculo vicioso, existen algunas herramientas muy útiles para definir adecuadamente nuestro objetivo, para aprender a priorizar las diferentes situaciones de nuestro día a día y para evitar caer en la procrastinación.

Define bien tu objetivo

Primero, para definir de manera adecuada nuestro objetivo, debemos hacernos algunas preguntas, como: ¿Qué quiero conseguir? ¿Cuál es la situación que quiero cambiar? ¿Cuál es el objetivo que quiero alcanzar? Para facilitar esta tarea, podemos basarnos en la técnica PRAMPE, herramienta diseñada por Nutritional Coaching, formada por las iniciales de las siguientes palabras: Positivo - Realista - Acordado - Medible - Personal - Específico.

Estas características, por lo tanto, son las que debe contener el objetivo para poder llevarlo a cabo de manera satisfactoria. Además, es muy importante tomar conciencia de la importancia de éste, mediante la pregunta “¿qué tan importante es para mi este objetivo? ¿para qué quiero conseguir lo que me propongo?”.

Recuerda que tienes que ser consciente de que cambiar requiere convicción. Por ejemplo, ¿sientes esa determinación en ti mismo a la hora de llevar una alimentación saludable? Muchas veces podemos estar destinando demasiado tiempo pensando en si cambiar o no cambiar. Esta fase se denomina fase de contemplación: reconocemos que tenemos un problema, pero lo miramos desde lejos, sin dar los pasos necesarios para solucionarlo. Durante esta etapa, se produce una batalla interna entre la parte del yo que quiere poner fin a esta situación, y la parte que intenta convencernos de que tampoco estamos tan mal.

Sin embargo, no debemos pensar que somos felices gracias a los alimentos ricos en grasa y azúcares, pues les estaremos dando un poder inmenso e innecesario. Nos convertiremos en personas dependientes de ello. Teniendo en cuenta que se trata de nuestro bienestar, debemos cuestionarnos a qué le damos la llave de nuestra felicidad.

Dicho esto, si la alimentación que estás llevando no te gusta, tienes dos opciones: aceptarla o cambiarla. La segunda es la que más cuesta y la que más pereza da, pero si somos capaces de dominar la situación (y no que la situación nos domine a nosotros), será una apuesta segura.

Para dominar la situación debemos conocer qué nos impide llevar a cabo nuestro objetivo y, conocer si es algo que sucede de manera recurrente o solo nos afecta de vez en cuando; es decir, si las excusas son un problema siempre o si hay situaciones en las que somos capaces de vencerlas.

Cuando no somos capaces, debemos preguntarnos: ¿A qué le estás dando más prioridad que te está alejando de tu objetivo? ¿Realmente es más importante que tu deseo de comer mejor? Recuerda que cada vez que dejamos de hacer algo a causa de una excusa, nos estamos alejando de nuestro propósito.

Toma consciencia de tu realidad

Debemos ser conscientes de qué es lo que necesitamos para tomar la decisión de cambiar y, sobre todo, creer firmemente que el cambio es beneficioso para nosotros. Una estrategia muy útil para ello, y que te compartimos a continuación, es la actividad de La balanza (nota: esta herramienta y muchas más la puedes encontrar en el libro de Coaching Nutricional: haz que tu dieta funcione de Yolanda Fleta y Jaime Giménez), la cual consiste en responder cuatro preguntas sencillas:

¿Qué tiene de bueno cambiar?

¿Qué tiene de bueno no hacer nada?

¿Qué tiene de malo cambiar?

¿Qué tiene de malo no hacer nada?

Tómate el tiempo que necesites y reflexiona bien acerca de estas preguntas. Tomar consciencia de nuestra realidad nos ayudará a darnos cuenta de lo que realmente queremos y a enfrentarnos a las consecuencias de escoger una opción u otra; es decir, valorar los costes y los beneficios de llevar a cabo un cambio en nuestra alimentación.

Para romper con la inercia que nos lleva hacia la vieja conducta, lo más fácil es escoger un pequeño cambio por el que empezar y centrarnos en él. De esta manera, seremos capaces de evitar la procrastinación y evitaremos retrasar las actividades o situaciones que tenemos que atender y, sustituirlas por otras alternativas más agradables. Es importante centrarnos en el aquí y el ahora, así como no esperar que el momento ideal llegue solo, sino hacer acciones que nos acerquen a aquello que queremos.

Ser una persona proactiva, tomar la responsabilidad y el control de nuestra vida nos demuestra que somos capaces de salir del bucle, lo cual nos dará la fuerza necesaria para cumplir nuestro propósito y, en este caso, mejorar nuestra alimentación.

En resumen

Existen varios métodos que podemos llevar a cabo para superar la resistencia al cambio y conseguir llevar una alimentación saludable, siendo conscientes de que la importancia que le otorgamos a nuestro objetivo condiciona nuestra capacidad para lograrlo.