La llegada del buen tiempo lo cambia todo. Obviamente nos apetece vestirnos con ropa más ligera y usar colores más vivos en nuestras prendas y también en nuestro maquillaje. Quizá el cambio más radical se produce en los tonos que utilizamos en las uñas, en general muy diferentes al invierno. La manicura se guía por las tendencias de las pasarelas y cambia temporada tras temporada y, claro está, este año no es ninguna excepción.
Este es un verano de contrastes y no hay término medio. Por un lado, se llevan los colores pastel un poco nacarados en tono blanco, beige, gris, azul y verde que aportan un toque fresco y naíf a nuestro look. Por otro lado, y para acompañar las noches de verano, podemos optar por gamas más extremadas y habitualmente relacionadas con el invierno de tonos marrones, lilas, azul oscuro e incluso negros.
Al clásico fucsia que contrasta siempre con la piel bronceada se le suma esta temporada el verde oscuro, eso sí, brillante, metálico o nacarado. Los mates parece que han quedado desterrados de la paleta del verano, así como los craquelados y los esmaltes magnéticos que se habían llevado otras temporadas.
La moda es efímera por definición y lo que un año se deja de llevar al siguiente puede resurgir de las cenizas. Una tendencia que parecía descatalogada pero que ha vuelto con fuerza a las pasarelas es la manicura francesa, son varios los diseñadores que han vuelto a apostar por ella para acompañar sus colecciones estivales.
Respecto al largo de las uñas, estas no deben ser ni muy largas ni muy cortas y, como ya hace varias temporadas, se lleva el acabado cuadrado. En todo caso siempre cuidadas, tanto en las manos como en los pies.