Uno de los principales inconvenientes es la mala amortiguación de este tipo de calzado. El hecho de que la suela sea muy delgada o rígida hace que el pie no se adapte bien, obligamos a nuestro pie a mantener una posición demasiado recta para su fisonomía y a quedarse sin soporte en el arco. Además, el peso del cuerpo recae en los talones y estos pueden sufrir un sobreesfuerzo muy elevado.
Es posible que usar este tipo de calzado provoque calambres al final del día o, incluso, inflamación en las plantas de los pies. Es recomendable utilizar este calzado para distancias cortas, y usar otro más resistente y con algo de amortiguación si tienes previsto caminar mucho o no vas a poder cambiarte durante la jornada.
Otro de los inconvenientes de una suela plana y fina es la falta de protección. Si caminas por la ciudad es difícil encontrar muchas irregularidades en el terreno pero calzar este tipo de suelas puede resultar molesto si pisas una piedra o una baldosa rota. ¡Es lo mas parecido a pisar descalza! Por lo tanto, en caso de utilizar este calzado, comprueba que, aunque la suela sea fina, sea de un material resistente que proteja lo suficiente como para no sentir las alteraciones del suelo.
Las bailarinas o manoletinas y las sandalias son un calzado fresco y fácil de combinar, no te alarmes, vas a poder seguir poniéndotelas, simplemente intenta que no sean tu calzado habitual si tienes que andar mucho o vas a llevarlas puestas durante mucho tiempo. Lo ideal sería un zapato con una suela de 4cm aproximadamente, ancho y que no presione la zona de los dedos del pie.